martes, 7 de mayo de 2013

Duelo por la muerte del José María España

Nació en la Guaira en 1761, es el tercer hijo del sargento José de España y Anastasia Rodríguez; al poco tiempo la familia se traslada a Bayona (Francia), donde transcurre su infancia. De adolescente lee sobre temas de filosofía y de política, en inglés y francés, y es en este período que regresa a La Guaira para incorporarse a la milicia. La muerte de su padre marca un cambio de rumbo y lo lleva a ocuparse de la hacienda cacaotera que la familia posee en Naiguatá. En 1783 contrae matrimonio con Josefa Joaquina Sánchez Bastidas.

Una década más tarde es nombrado teniente de justicia mayor de Macuto. Sus inclinaciones políticas, sin embargo, comienzan ya a perfilar una dirección contraria a las del gobierno español que le ha asignado el cargo. Por esos años, precisamente, deja entrever en cierto círculos revolucionarios que ocurren en Francia, al punto de que la ocupación de San Sebastián por las tropas galas, en el marco de la guerra franco-española es celebrada con alegría por él y otros partidarios del ideario repúblicano. Esa simpatía, reforzada por la presencia de prisioneros franceses en las costas de La Guaira , conduce tanto a José María España como a Manuel Gual a plantearse la necesidad de implantar la república, no sólo en Venezuela sino en toda América. La idea cobra al poco tiempo carácter de proyecto, suma fuerzas entre amigos y conocidos, y deviene así en franca conspiración. Sus objetivos serían: la destitución del poder español, libertad de comercio y producción, creación de una República con la unión de las provincias de tierra firme de Caracas, Maracaibo, Cumaná y Guayana, declaración de los derechos de libertad, propiedad y seguridad e igualdad entre las clases sociales.

Pero al ejemplo de Francia se suma todavía un estímulo mayor cuando, durante la segunda mitad de 1796 y los primeros meses del siguiente año, varios españoles liberales llegan como presos de peligro a La Guaira, condenados tras un fallido intento de instaurar la república en la Península Ibérica. Gual y España no tardan en trabar contacto con estos reos, hombres como Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés Campomanes y José Lax, que de inmediato aportan sus ideas y experiencias al diseño de los planes conspirativos. Las relaciones entre unos y otros se estrechan a tal extremo, que José María España, valiéndose de su cargo de teniente de justicia mayor, promueve y ejecuta a mediados de 1797 la fuga de los presidiarios hacia las Antillas. Desvelada la conpiración poco después, entre los días 13 y 14 de julio de 1797, los arrestos que de seguidas se producen obligan a España a huir junto con Gual hacia Curazao.Luego de un largo periplo por el Caribe, recalan en Trinidad, donde España decide regresar a Venezuela para retomar la lucha. Clandestinamente logra embarcarse hacia Barcelona, y de igual modo llega a La Guaira en los primeros días del año 1799. Sin otra opción que esconderse en su propia casa, retoma desde allí la acción revolucionaria; con auxilio de su esposa, que le sirve de mensajera, procura establecer contacto con el resto de los conjurados que permanecen en libertad. A través de un esclavo de su hacienda, intenta asimismo fomentar una rebelión entre los negros de Naiguatá. Pronto las autoridades conocen su paradero, tras una serie de detenciones de negros y mulatos armados, José María España es capturado el 29 de abril de 1799.

El tribunal especial que lo juzga, compuesto por el capitán general Guevara Vasconcelos, el regente Antonio López Quintana, los oidores José Bernardo Asteguieta y Francisco Ignacio Cortínez y el escribano y secretario Rafael Diego Mérida, determina para él un castigo que quiere ser advertencia para el resto de los pobladores de la provincia de Venezuela. El 8 de mayo de 1799, en la Plaza Mayor de Caracas (actual Plaza Bolívar), se cumple la sentencia. Amarrado a la cola de una bestia y literalmente arrastrado, llega desde la cárcel, lo hacen subir al cadalso y sin más trámites es ahorcado. Luego, el verdugo procede a decapitarlo y descuartizar el cuerpo; cada parte será exhibida en alguno de los lugares donde se fraguó la conspiración.

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